lunes, 26 de febrero de 2018

TERRUÑOS CORDOBESES

En mi opinión, diría que todavía es muy prematuro tratar de esbozar la tipicidad regional (el famoso  “terruño”) de los vinos cordobeses. Sacando la zona de Colonia Caroya -que produce vinos desde la época pre-virreinal- el resto de las zonas vitivinícolas de la provincia son bastante jóvenes aún. Quizás sería mejor plantear las diferencias edaflo-climáticas (suelo y clima) de cada región, para desde allí tratar de inferir el perfil de los vinos que en ellas se obtienen.

COLONIA CAROYA


Colonia Caroya -y sus alrededores- tienen suelos bastante fértiles y llanos, clima templado y alta pluviometría. Estás condiciones dificultan bastante la vitivinicultura, convirtiéndola en una actividad productiva compleja. A pesar de ello, la región concentra la mitad de la superficie de la provincia -unas 150 hectáreas- en las que predominan las uvas Pinot Noir, Isabella y Merlot. Tradicionalmente, los vinos caroyenses se reconocían por su baja intensidad colorante, moderado tenor alcohólico, acidez presente y taninos suaves; siendo ideales para ser disfrutados jóvenes. Existen actualmente algunos proyectos enológicos nuevos, que están invirtiendo fuertemente en viñedos y tecnología para tratar de elevar aún más la calidad de los productos locales.

NOROESTE (ISCHILÍN, QUILINO, CRUZ DEL EJE)


Si nos movemos hacia el Noroeste provincial (Ischilín, Quilino, Cruz del Eje) la altitud sobre el nivel del mar aumenta, los suelos se vuelven más pobres y las condiciones climáticas se hacen más cálidas. Esto sin dudas colabora en la producción de vinos más concentrados e intensos. El sector tiene una buena cantidad de viñedos implantados, así que sugiero “mirarlo con atención” en el corto/mediano plazo. Si bien ya hay algunos productos de esta zona en el mercado, espero poder degustar algunos exponentes más para esbozar un perfil básico de los mismos.

VALLE DE CALAMUCHITA


El Valle de Calamuchita es la comarca vitivinícola más nueva de la provincia, pero ya hay en ella casi 50 hectáreas cultivadas. Tiene suelos pedregosos, escasos en materia orgánica y con fuertes pendientes; unidos a un clima templado y bastante húmedo. A mi entender, esto la convierte en una región ideal para la producción de vinos blancos y espumosos, así como tintos de Pinot Noir, Merlot o Malbec. Podríamos generalizar diciendo que se producen vinos de cuerpo medio, con aromas balsámicos/terrosos muy presentes, moderada estructura tánica, fresca acidez y buena persistencia.

VALLE DE TRASLASIERRA


Finalmente, el Valle de Traslasierra es la más pequeña de la áreas productoras de Córdoba, con apenas 13 hectáreas. Vivió épocas de esplendor a principios del siglo XX -con casi 200 ha en producción-, pero tuvo su ocaso para finales del mismo. Todo lo que ahora se encuentra plantado tiene menos dos décadas. Es un valle de mediana altura con clima extremadamente benigno -cielos limpios, alta heliofanía, ambiente seco y marcada amplitud térmica-, ideal para la producción agrícola. Los vinos de la región tienen colores profundos, buena estructura tánica, grado alcohólico medio-alto, acidez balanceada y notable largo de boca. A mi entender, es la región que ofrece hoy por hoy los vinos más interesantes de la provincia.

Más allá de lo que se pueda decir de cada zona, estoy convencido que lo más importante de los vinos cordobeses es su diversidad. ¡Bebamos con orgullo los vinos de nuestra provincia!

***** Un resumen de esta nota fue publicado en el diario La Voz del Interior (Córdoba) *****