viernes, 18 de marzo de 2016

LARGA VIDA A NUESTRO MALBEC

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Para aquellos argentinos que disfrutamos del vino, hablar de Malbec es casi redundante. Todos sabemos “de que se trata”, pues lo venimos viendo y bebiendo desde hace años…

Sin embargo, la industria vitivinícola nacional no para de sorprendernos. Con novedosas  técnicas de elaboración, con el desarrollo y avance de nuevas zonas productivas, con las mejoras en el trabajo de la viña, e incluso con el retorno a antiguas prácticas enológicas (fermentación en cemento, uso de barricas usadas, largas crianzas en botella); el Malbec Argentino sigue avanzando y mostrando nuevas facetas para seducirnos.

Deseándole larga vida a nuestro Malbec, aquí van siete sugerencias aptas para todos los gustos y bolsillos: 

Estancia Mendoza Malbec 2015 ($42): En el segmento más bajo de la góndola destaca desde hace años este Malbec mendocino agradable y sencillo, producido a gran escala por Fe.Co.Vit.A. -la cooperativa vitivinícola más grande del país)- baja la atenta mirada del experimentado enólogo Don Ángel Mendoza. De sinceros aromas frutales y trazos herbáceos; tiene una boca veloz, con correcta acidez, alcohol algo elevado, taninos imperceptibles y breve persistencia. ¡No se puede pedir más por ese precio!

Don Javier Casero Tinto S/A ($80+flete): Por tratarse de un vino casero, la legislación  actual no le permite indicar en la etiqueta ni la variedad ni el año de cosecha. Pero se trata de un Malbec de la vendimia 2015, elaborado en Colalao del Valle (Tucumán) por el viticultor Luis Rolando “Rolo” Díaz. Un tinto que conmueve por su sencillez y buena factura, con un recuerdo neto a uvas frescas. Regala aromas florales y frutales directos, además de algunos leves rasgos vegetales. Continúa en una boca simple, liviana y de paso cordial, con marcado sabor frutal, acidez ensamblada, taninos suaves y moderada permanencia. Quien desee hacerse con algunas botellas tendrá que ser paciente, pues no está en vinotecas locales y los envíos se realizan por ómnibus o transporte. A pesar de todo les digo que vale la pena el empeño, pues probarán un Malbec realmente diferente.        

Alfredo Roca Serie Fincas Malbec 2014 ($117): Me da la impresión que los vinos del Oasis Sur de Mendoza -es decir, de San Rafael y sus alrededores- han quedado un poco desplazados de las preferencias vernáculas. Sin embargo, en esa apartada región cuyana hay viñateros históricos y productos de altísima calidad, que bien valen el esfuerzo de buscarlos. Entre todas las bodegas de la zona tengo predilección por Alfredo Roca, quien -junto a su familia- produce vinos honestos, ricos y de gran tipicidad. Tal es el caso de este Malbec fresco, afrutado y de trago amable. Propone aromas de frutas rojas de carozo -cerezas, guindas-, más algunos resabios terrosos y herbales. Al degustarlo sorprende por su silueta delgada y paso vivaz, con balanceada acidez, taninos mansos y persistencia media. ¡Un Malbec para la mesa familiar de los domingos!      

Gualiama Oak Aged Malbec 2015 ($190): Un Malbec juvenil y “cafayateño hasta la médula”, que presume con orgullo de esa bella rusticidad propia de nuestro Noroeste. Un tinto de producción bastante exigua, proveniente de la minúscula bodega familiar Salvador “Chavo” Figueroa. Presenta aromas frutales sobre-maduros -higos secos, compota de ciruelas y mermeladas-, especiados -pimentón ahumado, clavo- y terrosos; además de unas notas apenas golosas -cacao, vainilla- aportados por el breve contacto con roble. En boca es un vino de perfil “salvaje”; con entrada recia y paso arrollador,  que renueva impresiones terrosas y picantes, tiene ajustada acidez, taninos algo rugosos y moderada permanencia. ¡Un Malbec  que pide carne asada a su lado!  

Finca Morera Gran Reserva Malbec 2010 ($185+flete): “Perlita” para buscadores de rarezas. Un vino hecho a escala muy pequeña, casi para consumo familiar. Fue ideado por el matrimonio de Pablo Lijtztain y Silvia Morera (quien además diseño la etiqueta). Es un tinto que requiere de cierto tiempo para disfrutarse, para que muestre a pleno la noble evolución que ha tenido. Luce un bello color granate, signo inequívoco del paso del tiempo. Al llevarlo a la nariz afloran variados estratos aromáticos, que van mutando con el correr de los minutos; comenzando con aromas frutales maduros -pasas, orejones de ciruelas-, especiados y flores secas, que pasan luego a finos tonos balsámicos -anís, regaliz- y tostados. Al llevarlo a la boca es gustoso y aterciopelado; de paso ligero y suelto, con acidez equilibrada, taninos bruñidos por la estiba y dilatada persistencia. Por ahora solamente se consigue por encargo, pero tengo entendido que desembarcará en breve por las góndolas cordobesas. ¡Un Malbec para coleccionistas!
         
Finca Abril 1922 Old Vine Malbec Gran Reserva 2007 ($500): Un vino exquisito,  que muestra el enorme potencial de envejecimiento que tiene nuestra uva de bandera. Una partida muy limitada (4300 botellas), que fue elaborada con racimos seleccionados procedentes de un viñedo de más de 85 años en La Consulta (Valle de Uco, Mendoza). Tuvo una vinificación clásica, para luego ser añejado durante 18 meses en roble francés nuevo. Está en un gran momento para ser bebido, pues es pura elegancia. Ofrece aromas  nítidos de frutas pasas y especias, perfectamente ensambladas con sutiles tonos de cedro y tabaco (aportados por la crianza). Al probarlo se lo siente liviano y sedoso, redunda en sensaciones maduras, con acidez bien integrada, taninos pulidos y un largo post-gusto. Vale destacar su original etiqueta frontal con sistema braile, para simplificar la elección de las personas no videntes. ¡Gran Malbec, para compartir con grandes amigos!

Zuccardi Aluvional Altamira Malbec 2012 ($975): Otro soberbio Malbec proveniente del Valle de Uco, en este caso de la zona de Paraje Altamira (una región que “viene dando que hablar” en el último tiempo por sus grandes vinos). Un producto de altísima calidad, vinificado con técnicas tradicionales (fermentación alcohólica en piletas de cemento -sin epoxi- y usando levaduras indígenas, larga maceración post-fermentativa, maloláctica completa en roble y posterior crianza durante 12 meses). El resultado es un tinto sabroso y sumamente expresivo, que deja translucir el terruño que le da origen.   Exhibe un color violáceo profundo casi negro, que habla de su incipiente juventud. Despliega una nariz franca con perfumes de flores silvestres, frutas en sazón (ciruelas, cerezas) y dejos herbáceos. Al llevarlo a la boca se lo percibe ágil y fluido -a pesar de su estructura y potencia-; tiene una entrada delicada, sabor frutado y sensaciones minerales marcadas. Cierra con acidez vibrante y unos taninos compactos que sostienen una grata permanencia. ¡Vinazo mendocino, para descorchar en una ocasión especial!  
***** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico *****

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