martes, 10 de febrero de 2015

SIETE TINTOS PARA BEBER EN VERANO

¡Y sí… Hay quienes no pueden dejar el vino tinto ni cuando el termómetro marca 35ºC! Somos un país netamente consumidor de vinos rojos. Los preferimos sobre todos los otros colores, y además los bebemos todo el año… 

Quizás la época estival no sea la más propicia para el consumo de estos productos; ya que su tenor alcohólico usualmente más elevado, cuerpo pesado y taninos astringentes suelen quitarles bastante frescura. Sin embargo, eligiendo tintos ligeros y refrescándolos un buen rato en la heladera, pueden llegar a disfrutarse aún en los días más tórridos.

Si ustedes son de esas personas que no cambian su gusto en vinos por nada, ni siquiera por el calor extremo del estío, aquí les sugiero siete tintos para beber en verano:    

Santa Sylvia Syrah-Merlot S/A ($29): Si la reunión veraniega “pinta” numerosa, nada mejor que servir un tinto joven, rico y de precio accesible. Este sanjuanino puede ser una buena opción, que permita abrir varias botellas sin dejar el sueldo en ello. Presenta aromas frutales directos; que se apoyan en una boca delgada y veloz, de acidez ajustada, taninos imperceptibles y breve permanencia. ¡Vino de notable relación precio-calidad!      

Febrero Riojano Bonarda 2013 ($48): Ya he mencionado esta pequeña bodega riojana en otras oportunidades, pues elabora vinos honestos, sencillos y sumamente bebibles. Mientras escribo estas líneas me acongoja la noticia del fallecimiento de su enólogo, a quién había podido conocer algunos meses atrás. Como estoy seguro que no hay mejor reconocimiento para un enólogo que hablar de sus vinos, aquí va mi humilde homenaje.   Este Bonarda sin dudas es mi preferido de la línea, destacando sobre sus compañeros. Ofrece aromas de frutas rojas en mermelada, más algunos rasgos herbales y terrosos. En boca es grácil y ligero, de paso franco y sabroso, con acertada acidez, taninos mansos y mediana persistencia. ¡Junto a unas empanadas criollas, este vino irá de maravillas!   

Alberto Furque Cabernet Franc 2013 ($67): Seguramente me han leído en más de una oportunidad enaltecer las virtudes de esta noble cepa tinta, que viene “marchando a paso firme” para colocarse en el podio de los grandes vinos nacionales. Este ejemplar de Mendoza me parece muy atinado como primer acercamiento al cepaje, pues exhibe tipicidad varietal en un valor de mercado coherente. Un Cabernet Franc proveniente de La Consulta (Valle de Uco); que propone una nariz seductora plena de especias, trazos balsámicos e incluso terrosos. Al llevarlo a la boca se lo percibe intenso y seco, de paso franco, redunda en impresiones especiadas, con correcta acidez, taninos apenas rugosos y agradable permanencia. ¡Para empezar a familiarizarse con la variedad tinta de moda!   

Chateau Vieux Tinto Gran Reserva 2006 ($90): Cada vez que pruebo este vino -que antaño disfrutaran mi padre e incluso mi abuelo-, me maravillo de la consistencia que mantiene a través de los años. Quizás sea desconocido para muchos, pero esta es una de las marcas comerciales más antiguas del mercado vitivinícola argentino, produciéndose ininterrumpidamente desde el año 1934. Un vino de corte con amplia base de Cabernet Sauvignon -más algunos aportes de Merlot y Pinot Noir-, que se añeja pacientemente durante ocho años en enormes y añosos toneles de roble. Un producto absolutamente “a contramano de las modas”, pero que sigue seduciendo a consumidores adultos y jóvenes por igual. Al llevarlo a la nariz insinúa un bouquet medianamente envejecido, donde se perciben fragancias de frutas en compota, frutas secas -nueces, pasas-, cuero y ciertos dejos especiados. En boca es delgado y fluido, refrenda sensaciones maduras pero con fresca acidez, tiene grado alcohólico moderado, taninos bruñidos por la estiba y una delicada persistencia. ¡Un “imprescindible” de Bodega López, para entender mejor la historia de los tintos nacionales!      

Ji ji ji Malbec-Pinot Noir 2014 ($125): ¡Este producto es algo difícil de encontrar en las góndolas locales, pero por su originalidad y escasez merece la pena el esfuerzo de la búsqueda! “Un vino tinto que no es tan tinto”, se podría decir jugando con las palabras. Se produce con una técnica industrial llamada “maceración carbónica”, que permite obtener vinos de colores y aromas intensos, aunque de cuerpo liviano y sin carga tánica. Así es esta rareza mendocina, de exaltado color rojo-violáceo, que desborda de aromas a chicle tutti-frutti, jalea de frambuesas y flores silvestres. En boca es sorprendentemente ágil y vivaz, renueva sabores frutales, con vibrante acidez, sin taninos apreciables y con una persistencia refrescante. Recomiendo enfriarlo un par de horas antes de su servicio, para disfrutarlo en plenitud (¡si, en eso también es un vino diferente!)-. ¿Querías un tinto para comer sushi? ¡Acá tenés uno que maridará a la perfección!   

Puro Blend 2012 ($140): Los vinos orgánicos o naturales se van abriendo poco a poco un lugar en las preferencias de los consumidores locales. Si bien cabe aclarar que un producto por ser “orgánico” no es necesariamente “mejor” o “más rico”, los beneficios que aporta a la salud son innegables. Al degustar por primera vez este tinto de Agrelo (Lujan de Cuyo), me sorprendió gratamente por su frescura y facilidad para ser bebido. Un atinado ensamblaje de uvas Malbec, Cabernet Sauvignon y Cabernet Franc, criado parcialmente en barricas de roble usadas (para no invadir con la impronta de la madera). Ofrece una nariz desarrollada y compleja, donde destacan recuerdos florales, frutales maduros -ciruelas, cerezas-, especiados -pimienta verde, canela- y balsámicos. Tiene una entrada de boca apenas golosa, de cuerpo medio y paso fluido, con balanceada acidez, taninos dulces y permanencia media. ¡El tinto ideal para un asado al aire libre!

Celedonio Gran Cabernet Sauvignon 2012 ($220): Aún en plenas vacaciones, suelen surgir ocasiones que ameritan un descorche especial, así que no es mala idea tener a mano algún tinto de alta calidad como este. Un Cabernet Sauvignon que podríamos identificar como “de nueva generación”, de perfil amable, bastante maduro y frutado. Un vino que reposó durante más de un año en barricas francesas nuevas para aumentar su estructura y complejidad, pero que con el tiempo de guarda en botella apaciguó el impacto de la crianza, estando hoy en un excelente momento para ser disfrutado. Regala una paleta aromática profunda y muy elegante, exuberante en reminiscencias a frutas negras -cassis, zarzamora-, especias -pimienta negra, pimentón, clavo- y tenues aportes del roble -tostado, moka, vainilla-. Al probarlo es voluminoso pero fluido, repite las evocaciones frutales y levemente picantes, con acidez equilibrada y taninos compactos que sostienen una grata persistencia. ¡Vino de lujo, para darse un gusto veraniego!  

¿Y para ustedes, cuáles son sus tintos veraniegos preferidos?

**** Esta nota fue publicada originalmente en la web amiga de Circuito Gastronómico ****
    

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